martes, 27 de octubre de 2009

El embarcadero


Está esperando firmemente plantado en el suelo del embarcadero, con las piernas abiertas y los brazos cruzados sobre el pecho ; una sonrisa ilumina su rostro que aún refleja la infancia de ayer. Su cuerpo está envuelto en azul marino, y su silueta se recorta incisiva contra la suave claridad del alba. Una exclamación animosa, llamándola por su nombre, hace que ella corra más deprisa y sonría feliz al pasar casi volando a dos centímetros de su brazo derecho. Ella baja la rampa deslizándose mientras reza para no ser objeto de atención general, y sabiendo sin querer que tiene la de él, que la sigue muy de cerca, tan cerca que puede sentir en el aire que los envuelve el leve aroma de su after shave.

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