lunes, 9 de marzo de 2009

Caminemos


Estoy realmente sorprendida por una minucia. En mi ciudad las calles son casi todas de adoquines, ya que se considera algo así como bien cultural según la inteligencia supina de algún o alguna dirigente de la Junta. Esto que voy a contar llevo observándolo todo el invierno, pero hoy casi me hecho a reir por lo absurdo del detalle. Resulta, que algunas calles y aceras además de adoquines han sido complementadas con una larga fila de losas lisas tan grises como el resto del suelo, y tan feas como él. No son ninguna maravilla, pero han resultado ser el camino elegido por cientos de personas cada día para avanzar hacia su lugar de destino. Las irregularidades del suelo, del puñetero adoquín tan insoportablemente incómodo para andar, sobre todo con zapato no deportivo (generalmente utilizado por gente joven y pocos más en estas latitudes), han lanzado a la altura de lo más codiciado esos pequeños senderos urbanos de piedra lisa. Es tremendamente chocante ver de repente como la mayoría de las personas a cualquier hora del día van acercando sus cansados pies (y no digamos las mujeres...) a esos caminitos hechos por adorno y considerados por el maltratado ciudadano como "la senda de la gloria", donde sus atribulados pies encuentran una paz y un sosiego dignos del séptimo cielo. Eso sí, "en fila india".

2 comentarios:

Versus Die dijo...

me gustan los adoquines. Pero son terribles a la hora del tráfico, pues, al circular los coches y las motos por encima, hacen un ruido infernal

María dijo...

Verdad, a mi además se me atraviesan porque tengo los pies difíciles, herencia paterna,...en fín, ¿crees que tienen "valor histórico"? Porque entonces podríamos volver a loa "chinos peluos" o algo anterior, como el alvero (sobre el que seguro no harían tanto ruido al pasar los vehiculos motorizados!jaja)