miércoles, 11 de febrero de 2009

El ser humano


(Mc 7,14-23): En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y les dijo: «Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Quien tenga oídos para oír, que oiga».
Y cuando, apartándose de la gente, entró en casa, sus discípulos le preguntaban sobre la parábola. Él les dijo: «¿Así que también vosotros estáis sin inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle, pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar al excusado?» —así declaraba puros todos los alimentos—. Y decía: «Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre».

martes, 10 de febrero de 2009

La paciencia


Es la mayor de las virtudes. Eso me enseñaron desde pequeñita y la verdad es que con el paso de los años he aprendido por qué. En primer lugar, saber esperar puede ser divertido porque te da tiempo de fijarte en los detalles; el que va corriendo a toda mecha para llegar el primero a la meta no puede fijarse en nada ni en nadie de alrededor. Sólo la meta está en su ángulo de visión. La mayoría de ellos ni siquiera se ha parado a reflexionar qué es lo que quiere encontrar allí, ni si realmente lo va a encontrar, ni si tendrá fuerzas para llegar, ni si sabrá gestionarla con éxito una vez tenga lo que anhela, al parecer con tanta ansia. Porque es ansia lo contrario de paciencia. Una vez que la persona paciente ha encontrado tiempo para reflexionar en estas cuestiones, y ha respondido a ellas con exactitud, podrá saber a qué se enfrenta con sus propias fuerzas, y una vez emprendido el camino no lo dejará porque está determinado a llegar a ella, no por lo que ofrece aquella, sino mas bien, porque sabe que "debe y puede" llegar y que lo hará bien. No hay dudas, ni caidas, ni bajones, ni "sobrelleva" las cosas, sino que las emprende con la misma energía cada día. A esto le llaman tesón. Pero yo creo que es saber esperar, porque tambien el camino es largo y se hace difícil para el que sabe esperar, igual que para el impaciente; la diferencia es que el paciente sabe con certeza que lo hará y no tiene prisa ni miedos. En cambio el que corre no sabe ni porqué corre.